Relatos casi breves

Una tilde  Tenía el mate preparado y el termo a un lado, comencé a cebar y veía el agua y la seguí viendo por un rato, una tilde que me duro unos segundos, podía ver cómo el agua comenzaba a caer y junto con ella de apoco cedía la yerba hasta que me di cuenta. Bueno al parecer veía sin ver. Limpio apurada, como si alguien me estuviera diciendo "no, ¿qué hiciste?" No había nadie era yo sabiendo, pero sin saber que algo malo pasaba conmigo, pero no sabía que.  Mi mente me decía seguí dale, eso está mal, eso puede estar mejor, te acordás lo que pasó antes, no se puede repetir, acordate que te falta esto, acordate que no tienes aquello y acordate de acordarte  por las dudas también.  Pero mi cuerpo me decía para, respira hondo no me apures que me caigo y se me enredan los pies y un poquito los pelos de intentar buscar el lugar perfecto que la mente me pide. FIN

Dejemos que gane lo simple Que ganas de unos mates, que ganas de unos mates al solcito, que ganas de sentarse en un banquito de madera en la plaza de esos que después de un buen rato te tenes que parar para estirar las piernas. Que ganas de unas tortas fritas o de caminar un poco sin rumbo para que los pensamientos me fluyan un poco, de esas caminatas se vuelven con mil ideas nuevas, capaz no concretas ninguna o capaz que sí, pero esa satisfacción no te la saca nadie. Que ganas de andar en bicicleta o de sentarse en el sillón a ver unas películas con pop acaramelado hecho en la olla vieja de mama y que ganas de un guiso de lenteja bien cargado.      Uy, que gane lo simple, que gane el partido de futbol amistoso improvisado con los  championes  funcionando como palos del arco, y que también ganen esas charlas de la nada con el vecino que te cruzaste cuando ibas a comprar el pan y la leche.     Que gane el perrito de la calle que siempre que pasas p...